Texto de reflexión que he tomado del libro de Ramtha: Los Orígenes de la Civilización Humana :
VIVIR EN EL PAISAJE DEL SUEÑO
“Me gustaría preguntarte algo: Te ha sucedido alguna vez cuando vas a ver una película en el cine que dejas de ser consciente de quien eres y de repente te atrapas en lo que se llama el drama de lo que está pasando? Has hecho eso alguna vez? Y en un momento sales del cine y ya estás otra vez caminando con tus dos pies y entonces puedes reflexionar, pero mientras tu estabas en el cine, eras realmente parte de la película. Esto es una muestra del éxito producido por una ilusión. Entiendes?
Ahora, esto es lo que yo quiero que entiendas: que aquello que se ha llamado “la mayor ilusión” ha sido que tu no eres nadie y en verdad “la mayor ilusión” ha sido que tu eras simplemente un producto de tu diseño químico, tus genes, y que si alguna vez estos despertaban en ti, tu tenías la habilidad de crear pabellones lejanos y éxtasis lejanos, y de hecho, niveles lejanos de verdad. Esto ha estado sucediendo aquí contra una conciencia adormecida, que parece estar atascada en lo que llamáis un lugar.
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Sabíais que vosotros meramente sois una emoción de un estado de ser artificial?...
Yo te digo que no tienes que hacer nada drástico en tu vida, sólo tienes que vivir hasta el punto de que cada día puedas escuchar tu programación. Y si lo haces como el observador y después tienes dominio sobre ello, podrás reunirte con aquellos de nosotros que fuimos lo suficientemente sabios para abandonar este lugar, aquellos que nunca fuimos parte de este lugar, y que cuando miramos a lo que se llamaría las almas mordaces de la humanidad, decimos: “Dios mío, no conocen ellas la verdad?” Y cuál es la verdad? Bueno, que ellos están drogados por sus emociones y sus miedos para poder permanecer en el statu quo. Ahora cada uno de los seres que sospecharon esto y vivieron de manera diferente, y fueron merecedores de su hora de liberación y de su ingenio, siempre supieron la verdad y siempre la trascendieron. Lo que tú no entiendes es que eres un juguete, viviendo en el reino de los juguetes. No lo entiendes aún, y que cuando te vas de este reino llegas a ver la manipulación que tiene lugar aquí y también ves lo que sustenta a los grandes dioses, que una vez fueron los gobernantes de dominios de otras dimensiones, que cabalgaron como aquellos que en los días de las cruzadas y las grandes guerras dejaron todo, y con el símbolo de la cruz marcharon para transformar la injusticia en justicia. Tú cabalgaste para hacer conocido lo desconocido y nunca regresaste.
Nunca se te ha ocurrido pensar que tienes familia, amantes y amigos en algún otro lugar? Supongo que nunca se te ha ocurrido porque has estado tan involucrado con quien estás y con el sueño. Pero, ¿alguno de vosotros ha llegado a pensar que quizás vino aquí abajo y quizás cuando atravesó esta gran cortina azul pudo haber dejado a alguien atrás? Bueno, es posible que haya algunas de estas familias de un orden mayor que estén esperando tu regreso?
Yo lo sabía. Cuando lo experimenté al principio, para mi fue duro quedarme atrás. Muchas veces, en la carne, aquellos con quienes hemos estado predestinados a vivir no son realmente con quienes deberíamos estar. A veces, cuando nos despertamos a mitad de la noche, con un sudor frío, es porque hemos estado a punto de llegar a casa, donde yace nuestra alma, y donde hay alguien esperándonos. Alguien que sigue atizando el fuego de la vida por nosotros, o que mantiene encendida una vela en la ventana, alguien que sabe que estamos aquí y que estamos perdidos. Ellos nos están esperando.
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Dios sabe que esto es sólo una ilusión y que nosotros, a quienes se nos dio el poder máximo para colapsar la energía en realidad con el mayor nigromante que tenemos, fuimos seducidos por las cualidades de nuestra emoción, que con ello nos mantuvo esclavizados a ciertos principios que aunque vencimos y fuimos felices, nosotros siempre nos preguntaríamos quien fue el bufón aquí, pues no somos más que un participante. Y nosotros no queríamos escuchar esas voces. Y las pusimos a dormir y confortamos nuestras perturbadas sienes con pañuelos perfumados y aceites de fragancias de rosa y jazmín, y continuamos con nuestro drama. Y siempre se oía esta voz que nos llamaba desde otro lugar y nos decía: “¿Por qué no regresas a casa? Tu solo estas soñando esto”. Y aún así, nosotros nos decíamos: “No, yo te estoy soñando a ti. Esto es real. Yo lo puedo probar, lo puedo oler, lo puedo sentir. Puedo eyacular y sentir su éxtasis, lo puedo abrazar, lo puedo conquistar. Esto ha de ser real”. Y la voz contestaba: “No lo es, amor mío. Esto es un sueño que estás soñando”.
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¿Sabías que tengo a toda esa gente en mi vida porque ellos me mantienen dormido, porque tengo miedo a despertar? Y sabes que con una sola pincelada los podemos eliminar? Y ¿sabes lo que nos da realmente miedo? Que en el fondo de nuestras mentiras, de lo que pensamos que es verdad, sabemos que no es así. En otras palabras, nosotros realmente tenemos miedo de escuchar algo que esté muy profundo, en el pozo del que nuestros abuelos siempre decían: “No mires adentro y no juegues junto a él, porque el demonio vive en el fondo, donde brota el agua”. Pero quizás el demonio que vive ahí representa un pozo muy profundo en nuestro espíritu.
¿Sabías que es posible despertar de este sueño? ¿Y toda esa gente que ha jugado una parte tan íntima con nosotros, sabías que quizás solo eran simples actores? ¿Como les decimos eso? NO podemos, porque primero nos lo tenemos que decir a NOSTROS MISMOS. Y quizás nosotros somos realmente dioses, porque ¿no está ahí el mensaje de la enseñanza de que si lo somos, y que hemos caído en la carne de la genética para jugar nuestra parte a través de ella? Y quizás cada una de esas partes a las que nos aferramos tan ferozmente, que prohíbe, es realmente una parte que hemos creado.
Nosotros creamos algo para que nos atara y encadenara, para que nos encadenaran a una feroz pared de piedra. De esta manera, lucharíamos para liberarnos, para que el corazón de valeroso sirviente se liberara de las cadenas de la servidumbre. ¿No sabéis que nos hemos puesto estas cadenas para que de alguna manera en nuestro sueño podamos crear un espacio mental en el que manifestemos el escenario de nuestra fuga y en última instancia siempre seamos los héroes? Algunos de nosotros nunca nos liberamos, porque las cadenas son tan reales, el dolor tan intenso y tan difícil de sobrellevar y el sufrimiento se convierte en tal angustia que nos decimos: “Yo no puedo creer que esto sea un sueño. Bueno, yo nunca tuve un sueño que se sintiera más real que éste. No es posible que esté soñando”.
Qué es lo que está pasando? Bueno, los maestros que en el pasado fueron capaces de liberarse de sus cadenas, literalmente, fueron aquellos que entendieron que habían sido ellos mismos quienes las habían puesto ahí. Y en el momento en que se dieron cuenta de que no fueron las cadenas de lo que llamáis Roma, Grecia o Mesopotamia - una vez ellos entendieron que no habían sido esas culturas quienes las habían tendido- sino ellos mismos, las cadenas se soltaron de sus muñecas y sus tobillos, porque habían sido ellos mismos quienes se las habían puesto. Del único modo que podían ceder estas cadenas era sabiendo que ellos las pusieron ahí. Esta es una lección para todos vosotros.
Así pues, no es quién está en nuestras vidas – sea una persona o sean naciones – nosotros las pusimos ahí. Son parte del vestuario de la obra. Ellas de alguna manera nos provocan para ser más grandes, para tomar decisiones más grandes que el sentido homogeneizado de nuestras propias ilusiones. Nosotros hacemos que ellas nos hagan tomar decisiones.
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Y nosotros nos sentamos en medio del sufrimiento. Y yo podría decirle a alguien así: “Sabías que tu y solo tu eres el único que está jugando juegos aquí? Eres tu quien te ha puesto ahí, y por lo tanto tú, el que ha manipulado a los jugadores de toda esta escisión. Tú eres el único que los puede liberar”:
Tú aún sufres, ondulas y caminas sin rumbo por la oscuridad de tus ciénagas. Y en vez de ser el maestro de todo esto, lo tomas como un privilegio. Yo no quiero que lo tomes como un privilegio. Estoy aquí para decirte que si eres Dios, no puedes estar encadenado a una pared. Pero tu puedes decir “OH, Padre, Oh, Padre mío, yo he cometido todo esto por la gloria de este momento y a partir de ahora las cadenas están separadas de mi por siempre y para siempre”. Así es como las soltamos. Y qué pasa cuando las hemos soltado? Nos vamos corriendo a nuestra casa, donde están aquellos que encendieron las velas en las ventanas para nosotros, que nos aman desde muy lejos. O también podemos ir corriendo hasta donde haya alguien jugando el mismo juego y salvarlo de su tormento. Pero nosotros estamos libres. Podemos despertar de nuevo y cuando lo hagamos, nunca más tendremos que morir y volver a nacer otra vez. Esta es la gloria de conocer, quién y qué eres”.
RAMTHA